lunes, 2 de marzo de 2009

El cuarto de siglo

En 12 días cumplo mi primer cuarto de siglo. Inevitablemente, como sucede cada fin de año, me encuentro frente a un balance de mi vida.

Me fui de mi casa a los 21 años. Ya por ese entonces había abandonado la carrera de Psicología. Por qué? Muchas razones. Siempre había hecho todo según el manual, o al menos así me había salido. A pesar de que jamás me gustó estudiar y que ni siquiera compraba los libros de texto en la secundaria ni sabía bien cuándo había examen, nunca me llevé una materia, no me pusieron ni una amonestación y estuve varias veces en el cuadro de honor(no, no era una nerd ni estaba cerca, de hecho estaba en el grupito al que los nerds habían bautizado “el grupo selecto”. Horrible denominación, supongo que respondería a algún tipo de sentimiento de inferioridad por parte de ellos…no lo sé…quizás sólo era irónico pero fracasaron siempre en poner tono irónico al decirlo, en ese caso…). Quizás por eso lo lógico era que al egresarme empezara una carrera, siguiendo en la senda “correcta”. Y lo hice. Dude en cuanto a qué carrera elegir, muchas cosas me gustaban pero no sentía que quisiera dedicarme a ellas, obtener un título y convertirlas en mi profesión. Creo que siempre me interesé por saber cosas, pero de forma autodidacta. Será por eso que mi libro favorito es el diccionario y puedo pasar HORAS leyéndolo, sin buscar nada en particular. Es que lo apasionante del diccionario es que él mismo marca un camino, siempre distinto. Todo dependerá de en qué página lo abra y que palabras haya ahí…después todo fluye…y es un mismo libro que jamás se termina de leer por completo…Bueno, ya basta de mi amor por el diccionario. Pero bueno, la psicología siempre estuvo presente en mi vida (soy hija de un divorcio y como buena familia burguesa, madre me mandó desde los 4 años a la psicóloga), y me resultaba lo suficientemente interesante…así que allí fui. El CBC lo hice en el tiempo que correspondía, con notas bastante buenas, y después ingresé a la Universidad de Psicología, pero al final del segundo año de estar cursando la carrera me planteé si realmente quería ser psicóloga o si solo seguiría para obtener un título y que la familia esté orgullosa y continuar en esa senda que se supone que es la correcta (y nada tuvo que ver que tuviera muchas diferencias con Freud o que odiara Estadística). Entonces apareció la oportunidad de dejar el hogar familiar y comenzar mi propio camino; independiente, manteniéndome sola y librándome del conocido dicho materno “mientras vivas en esta casa las cosas son así”. Elegí dejar el nido materno, decidí volar. Me vine a Capital a vivir con mi prima en San Telmo, alejándome del Quilmes que me vio crecer pero no nacer.

Tuve un primer trabajo donde me pagaban muy mal pero de alguna manera alcanzaba para el alquiler y para vivir. Poco antes de que ese trabajo quedara atrás conocí a un muchacho y estuve con él durante 5 meses, hasta que descubrí que me engañaba y todo se terminó (bueno, hubo algunas recaídas aisladas pero es normal). Durante ese tiempo las cosas eran buenas. Me divertía viviendo con mi prima; la pasábamos bien y, sobre todo, nos conocemos muchísimo así que compartíamos nuestro particular sentido del humor y miles de códigos. Tuvimos roces? Si, claro, pero es lo normal. Hubo una época en la que solíamos ser siempre 4 en casa: ella y Ro, el muchacho y yo. Ro me caía bien, hasta hoy me cae bien.

Mi segundo trabajo fue en un call center. Una locura, pero de algo había que vivir. Me pasaba 6 hs al día recibiendo llamadas de yankees que tenían problemas con su Msn (primero) o su Xbox (después). Estuve ahí un año y medio pero ya me estaba enloqueciendo (al menos sirvió para perfeccionar mi inglés). Cuando Santi renunció ya no había manera de que tolerara esa tortura diaria, así que comencé a buscar otra cosa. Al menos el call center me dejó a mi mejor amigo, una de las personas a las que más amo en este mundo, mi “marido”.

Amor…siempre ausente en mí vida y siempre tan anhelado, tan soñado. Conocí muchachos muy bonitos y vacíos, o arrogantes, o incapaces de decir cosas interesantes, o directamente garcas; otros no tan bonitos pero de cualquier manera no muy interesantes…y yo siempre desilusionándome y quedándome sola. Todos duraban muy poco tiempo. Yo, herida y desesperanzada, convencida de que el amor no era para mí.

En el medio situaciones familiares por las que todos podemos pasar y por las que me a mí me tocó pasar…y tuve que dejar mi casa en 3 días…Lloré durante esos 3 días empacando mis cosas, sin saber qué haría, qué pasaría. Terminé viviendo un mes en el living de mi madre pero luego pude volver a mi casa de siempre. Comencé a trabajar en una tienda de ropa…pero solo duró dos semanas porque fue entonces cuando me llamaron de mi actual trabajo, y menos mal que eso pasó porque los “consumidores ABC1” no me cayeron bien. No dudé en renunciar.

En mi actual trabajo también está Santi, así que podría decirse que ya es difícil imaginar el trabajar en un lugar donde no esté él. Viví un tiempo con mi hermana mayor, pero no funcionó. Supongo que somos demasiado diferentes. Buscando y preguntando aquí y allá llegó a casa un marplatense recién llegado a la gran ciudad.

Así que soy una mujer de casi 25 años que ha abandonado la Universidad y vive en San Telmo, en un edificio de techos muy altos. Trabajo en una empresa en el sector de Internet y hago horario de oficina. Me gusta escribir y sacar fotos; me gusta leer pero paso por una etapa en la que no lo hago mucho. Tengo heridas que acumulé durante años e imágenes que jamás se van a ir de mi cabeza, como la de mi madre…ese día…que recordaré siempre, aunque no quiera… Tengo un gato llamado Constantino que llegó a mi vida el 7 de noviembre y conocí a mi amor el 18 de octubre. Debería recomenzar terapia pero creo que dejé de creer en ella. Por estos días me estoy despidiendo del marplatense y le doy la bienvenida al español que vivirá conmigo. Y vivo con la incertidumbre de no saber si volveré a ver a mi amor, que está en Panamá. Porque finalmente encontré un amor, alguien con quien quiero tener una vida…pero no todo es un cuento de hadas. A mí me tocó conocerlo con otros planes en su vida pero porque lo quiero como lo quiero y como nunca a nadie quise, espero a que tome su decisión, y sea la que sea será respetada. Él ya sabe todo lo que tiene que saber. Así que mi futuro depende un poco de él, de saber si quiere tener planes conmigo o si va a elegir soltar mi mano. Si la suelta…ya veré…Pero puedo tener un feliz cumpleaños o uno muy triste.

A veces siento que viví más de 25 años, a veces siento que solo soy una máquina de repeticiones, a veces me siento única y diferente (no siempre de la mejor manera), a veces siento que quiero volver a tener 17 y a veces siento que quiero volver a tener 5 y dormirme en la panza de mi Oma…quizás todo es como el diccionario: depende de en qué página se abre y que palabra se elige leer…y después el camino se va dando solo.

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