domingo, 23 de marzo de 2008

Yo soy yo....Y yo

había una vez
una nena tierna y alegre
que vivía adentro
de una mujer triste y sola

Hay dos Ruth: la mujer que sufre y la nena alegre.
Nunca se sabe cuál de las dos va a manifestarse. A veces se alternan rápidamente, a veces se confunden.
La mujer que sufre es gris, la nena desborda de colores.
La primera no entiende por qué su vida es así. El enigma que le quita el sueño es por qué el amor le es esquivo. No sabe qué es lo que está mal en ella para que los hombres la ignoren y jamás ninguno la haya querido (sólo a fines de evitar el psicoanálisis no hablaremos de que su padre fue el primero en ignorarla). Sabe que algo no está bien porque no es normal que se sienta invisible.
Sufre por sentirse vacía, porque sus deseos nunca se cumplen, porque su rutina la agobia y entristece. Porque se siente marchitar en plena primavera. Sufre porque hay días en que se da cuenta de que no ha pronunciado ni una palabra, sufre porque todos los días son una eterna repetición.
La nena alegre es su opuesto.
Es un arcoiris. Es brillo y colores.
La nena ama estar descalza y jamás se sienta derecha como una señorita; siempre está despatarrada, con las piernas para cualquier lado. La nena canta y baila cuando se le ocurre. Habla fuerte y se ríe.
La nena se maravilla todo el tiempo y es capáz de llegar tarde a algún lado porque se quedó en la calle viendo cómo una paloma trataba de abrir un caramelo. Y en ese caso no le importa llegar tarde (la mujer es la hiper puntual) porque...era una paloma tratando de abrir un caramelo...
La mujer llora frente al espejo; la nena brilla frente al espejo.
La mujer se ve fea y despreciada, pero a la nena le gusta pintarse los labios de rojo o de fucsia.
La mujer está convencida de que jamás nadie se enamorará de ella; la nena se siente única y maravillosa, porque los niños son maravillosos.
Mi nena necesita enseñarle muchas cosas a la mujer, pero no sabe cómo se hace. Y la mujer tiene que enseñarle a la nena que los cuentos de hada son cuentos y que no existe el príncipe azul.
Amo a mi nena y no quiero que me deje jamás, pero quiero que la mujer comience a ser feliz.

1 comentario:

Gus dijo...

Muy lindo. Me gusta lo que escribís.